No a pocos alrededor del mundo, nos ha maravillado y/o intrigado los avances arquitectónicos, astrológicos, de agricultura, alcanzados por culturas suramericanas, que aún no habían conocido ciertas maquinarias que hoy se nos hacen necesarias para dichos procesos. Esto ha sido el caldo de cultivo para la creación de distintas teorías que van desde una capacidad extraordinaria de inventiva y utilización de recursos, hasta ayuda externa. Pero no nos quedemos ahí.. que tal de la medicina? o más aún, de un campo tan subespecializado como la neurocirugía?
Tras años de estudios y hallazgos arqueológicos diversos, muchos de ellos guiados gracias al paso de leyendas de generación en generación, sobre la existencia de ciudades y otros restos culturales, se puede decir que más de 15,000 cráneos y momias han sido encontrados, habiendo pertenecido a antiguas civilizaciones andinas precolombinas. Sobretodo en museos arqueológicos de Perú y Bolivia, se guardan actualmente más de 2,000 cráneos que muestran signos de trepanación (uno de los procedimientos neuroquirúrgicos más antiguos y que consiste en el retiro de fragmentos del cráneo).
Sin embargo, ni siquiera fueron los incas los primeros en desarrollar esta técnica en esta región. De hecho, sus predecesores de las culturas Paracas, Nazca, Ica, Mochica, Huari y Chimú, la realizaban antes y en mayor número. Los cráneos trepanados más antiguos corresponden con el período 1000-200 a.c a los Paracas. También desarrollaron la craneoplastía, utilizando regularmente láminas de oro, como pudo evidenciar un cráneo hallado con la oclusión de un agujero en la parte frontal izquierda, y que data del 2000 a.c.
Probablemente los procedimientos se realizaban para manejar heridas de guerra. De hecho, las civilizaciones Paracas, Mochica e Inca, se caracterizaban por intensa actividad militar; Un soldado diestro armado con mazo o un hacha, probablemente afectaría la región craneal izquierda de su oponente (que es en la que se encuentran la mayoría de las intervenciones que fueron practicadas en varones casi en su totalidad). Pero muchos de estos cráneos no muestran signos de violencia, lo que sugiere utilidades místicas, religiosas, simbólicas o rituales: la apertura craneal podía ayudar a la salida de demonios y efectos de la hechicería. Además, se piensa que se usó en el manejo de deformidades congénitas, tumores, infecciones, sordera, epilepsia, migraña, enfermedades mentales.
El cirujano era llamado Sir Kah y se utilizaban como anestésicos a la coca, Ayahuasca (¨Soga de muerto¨en Quechua = la soga que permite que el espíritu salga del cuerpo, sin morir), sustancias alucinógenas, alcohol (Chicha fermentada), o incluso la hipnosis. Se sugiere la supervivencia del paciente por el hallazgo de tejido cicatrizal y la condición roma de los bordes en por lo menos 70% de los hallazgos.
Cráneo con 5 trepanaciones perteneciente a la cultura Paracas
Según los relatos, el procedimiento se realizaba al desprender el cuero cabelludo, limpiar la herida y retirar el fragmento óseo afectado, tardando unos 30-60 minutos. Para reducir el sangrado, se dice que colocaban el sujeto acostado y semisentado. Se utilizaban incisiones redondas o cuadrangulares, preservando la cobertura meníngea. Los cuchillos ceremoniales llamados Tumis, que tenían forma de T, se usaban para abrir el cuero cabelludo o ampliar la herida del combate. La cureta o cuchilla desnudaba el periostio. Luego, con cuchillas de Obsidiana (Vidrio volcánico aun usado hoy en cirugía cardíaca y ocular) y Pedernal (Sílex), se cortaba y perforaba el cráneo, elevándose luego el fragmento afectado. Tras la limpieza, se colocaba la plastía en oro, suturaba con hilos de algodón y se cubría con apósitos de algodón y vendajes. A veces, se aplicaban cataplasmas de hojas de coca, mate o calabaza.
Escena quirúrgica, instrumental y cráneo con trepanación cuadrangular
Los agujeros podían variar entre 1-10 cms y se han clasificado en las formas cuadrangular, circular y cilindro-cónica. Los nazcas emplearon los cortes transversales cruzados para causar un defecto cuadrado, mientras que en Ica, se usaban las incisiones circulares y la técnica del raspado.
Algo a destacar, es que dichas intervenciones se realizaban lejos de la línea media, evitando así, la laceración o sección del seno longitudinal superior, sea por conocimientos ya de neuroanatomía y/o por experiencia previa de sangrado copioso durante el procedimiento. Del mismo modo, había preservación de la duramadre, disminuyendo así, el riesgo de meningitis postquirúrgica. Se dice que para la hemostasia se pudo utilizar extractos vegetales de ratania y pumacbuca (ricas en ácido tánico), compresión del cuero cabelludo y aplicación de cera de panales de abeja en los bordes óseos (algo que también seguimos utilizando hoy en día).
Tumi
La deformación craneal se realizaba mediante la aplicación de tablillas de madera y almohadillas en las regiones frontal y occipital en la infancia temprana y que eran atadas con fuertes ligaduras para presionar la bóveda craneal. El resultado era la de cráneos alargados hacia arriba y atrás, símbolos de distinción social.